El tiempo ha pasado desde que te conocí, Amanecer. Aún te recuerdo aquel día de verano con tu vestido de colores y un aura que todo lo hacia despertar.
Debo de confesarte que has tocado la tecla de mi vulnerabilidad, y lo siento si no he asistido a todas nuestras citas matutinas.
Tú, sin embargo, Amanecer, cada día me sorprendes sin esperar nada a cambio. Desprendes frescura y amabilidad con tu amor, color y compasión.
Volveré a nuestro encuentro mañana, hoy tan solo quería decirte delante del mundo lo importante que eres para mí.